Hang Mioku, una mujer de 48 adicta a la cirugía plástica se inyectó aceite de cocina en su propia cara en un frustrado intento para llevar a cabo su propio procedimiento cosmético.
Despues de múltiples cirugías, los médicos japoneses prohibieron a Hang más cirugias porque advirtieron que podría estar sufriendo un desorden psicológico.
Aún así encontró a un médico que estaba dispuesto a darle inyecciones de silicona y le proporcionó jeringa para que ella misma se inyectara. Cuando se quedó sin silicona se inyecto aceite de cocina, quedando con la cara hinchada y totalmente desfigurada.
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